Mi primera pelota |
También jugué con una cosa redonda y blandita que después supe que se llama "pelota". Esa se rompió (la mordí hasta casi deshacerla), ahora juego con otra más resistente y tengo algunos otros juguetes para morder. Eso me recuerda que no entiendo por qué mis humanos se enfadan tanto cuando muerdo las cosas esas que se ponen en sus patas de abajo para andar por casa. ¿Por qué no van descalzos? Es un misterio para mí...
Yo era muy joven cuando llegué. Apenas contaba un mes y medio. Las dos primeras noches lloré, extrañaba a mis hermanitos y a mi mamá, pero mis nuevos humanos me mimaban y arropaban. Me acostumbré rápidamente a ellos.
Mi caja-cama |
Me llevaron a un médico de bichejos, llamado por mi humana "el vete", que ese sí que era un asco, y no voy a contar por qué. El caso es que me mandó un jarabe del demonio y unas latitas de comida deliciosas... que no sirvieron de nada. Mi humana me llevó a otro "el vete", que sí solventó el problema.
Desde entonces, mi humana me ha llevado allí varias veces. Llego allí supercontenta, saludo a todo el mundo y me colman de caricias y me dan galletitas, pero en cuanto me suben a la mesa... Mal asunto.
No consigo decidir si "el vete" es algo bueno o malo.
Yo, observando el mundo exterior por la ventana antes de saber lo que iba a ser jugar allí abajo |
A día de hoy, llevo como dos meses y medio ya aquí. Y me gusta. Me gusta mi casa. Desde la ventana junto a la que tengo mi camita (a día de hoy no es la de cartón, ahí hace tiempo que no quepo) puedo ver el parque donde ahora juego con un montón de amiguitos perrunos. Cuando estoy en casa me asomo y observo los árboles, los pájaros y los demás perritos.
Antes de salir a la calle, yo ya miraba todo eso intrigada. Y me gustaba. Ahora que yo también formo parte de eso, me gusta aún más. Corro mucho, muchísimo. Con perros chicos, grandes y medianos. De todas las razas, colores, olores y sabores.
Si ellos no están, mi humana me lanza la pelota y yo corro tras ella... Pero no se la devuelvo ¡hehehe!
También me gustan mis humanos, que aunque a veces hagan cosas que no entiendo, juegan conmigo y creo que me quieren. Aunque tampoco entiendo por qué se enfadan si les muerdo las patas de arriba con mis dientecillos...
¿Dónde se fueron mis dientes? |
Todo me sirve. Cualquier cosa. Desde mis juguetes mordedores hasta palos, pasando por las cosas esas de las patas de abajo de mis humanos (que cada vez que agarro chillan, no lo comprendo). Todo me alivia.
El otro día me dieron una cosa durita, fresquita, dulce y naranja que después supe que se llama "nazahoria", o algo así, no entendí bien, pues estaba entusiasmada royéndola y apenas hacía caso a mis humanos, que estaban frente a mí apuntándome con un cacharro extraño (¿dijeron esmarfon?) y observándome con caras de diversión. No sé qué sería tan divertido...
Mi palito de madera |
En fin... Como entrada inicial de este experimento bloggero ya creo que está bien. He contado por encima, muy por encima, mi corta experiencia en este mundo desde que me recogió mi actual manada, mis humanos, hasta más o menos hoy.
Trataré de ir contando cositas que me vayan sucediendo a partir de ahora, aunque no descarto que en próximas entradas revele alguna aventurilla sucedida en estos dos meses y medio que llevo con mi manada, que también hay para explayarse...
Hale, a correr!
Bienvenida al mundo bloguero, Suki! Me encanta como escribes.
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